Sólo quedaba llorar
Sólo quedaba llorar
“Juró que esta noche cortare todas las riendas que dominan en mi alma la tristeza, pasa que me cansó y que aburro de ser en esta historia el agregado más absurdo”
Voz Veis
“Segundo Plato”
—¿Se puede saber qué haces? –Sus pasos retumbaban detrás de los de ella por todo el departamento. —Aún no hemos terminado con esto…
Una de sus tantas peleas estaba en pleno clímax; al parecer hoy le tocaba a su habitación escuchar cada grito e insulto de ambas personas. Algo diario y tan normal como salir a botar la basura. Claro que, habiendo una infidelidad en el pasado, era lógico que la inseguridad atacara a la pareja; pero ambos habían dejado que esto se saliera de sus manos.
Sin previo aviso ella sacó su maleta de viaje. —“El mismo teatrito de siempre” —Pensó él, convencido de que sería una pelea de tantas otras que terminarían en una sesión acalorada de sexo. —He dicho que aún no hemos terminado —Se acercó y comenzó a sacar la ropa que ya estaba dentro de la maleta. Su blusa favorita, la chompa de su madre, ropa interior, su anillo de compromiso… Un momento, ¿acaso ella había metido su anillo de compromiso en al maleta? Esa fue la primera prueba de que algo no andaba bien.
Volteó su mirada hacia ella encontrándose con que su pelo había levantado una muralla entre ambos; una muralla prácticamente transparente que dejaba ver su inexpresiva mirada, perdida ahora en algún punto inexistente del espacio
La tomó suavemente de los hombros y la giró hasta quedar frente a frente; luego subió su barbilla para poder ver sus ojos… Y allí fue donde vio como todo estaba mal.
Aquellos ojos habían perdido su brillo característico y eso nunca pasaba, ni siquiera cuando peleaban, y se habían vuelto cristalinos a causa de las lágrimas reprimidas —Yo ya acabé —Le dijo ella con la voz quebrada—. Y esta vez para siempre.
Ya era muy tarde para que ella pudiera evitar las lágrimas y obviamente para intentar tener el corazón entero. Algo les decía a ambos que esta vez el hilo se había roto.
—¿Qué estas diciendo, Lu? —Su voz comenzó a quebrarse y en un instinto imprevisto al rodeó con sus brazos de manera posesiva. Sería la última vez que la tendría en sus brazos, y él lo sabía.
—Axel no hagas esto más difícil —Lu bajó la mirada hacia sus zapatos mientras que sus lágrimas caían al piso— Me voy. — Axel apretó más su agarre, ella simplemente se dejó abrazar; él lloraba y ella también. Su realidad se había roto, pero ambos sabían que esto tenía que llegar. Conocían su destino y nunca lo intentaron cambiar, pero ya era tarde.
— Por favor, Lu, … no me dejes —Los sonoros sollozos de ella inundaron al habitación. No quería dejarlo, en verdad no quería; pero simplemente no podía continuar con esto. Ambos se habían ofendido tantas veces que el amor ya no era suficiente para remediar todas las heridas ni para secar todas su lágrimas derramadas. No había marcha atrás.
Sin previo aviso y en último intento desesperado pro intentar retenerla: Axel chocó sus labios y la besó como nunca antes lo había hecho. Un beso dulce, pero a la vez apasionado; lento, pero a la vez violento. Agridulce.
La falta de aire los obligó a separarse y el dio a ella su oportunidad para correr y escapar. Él se quedó parado con la mirada perdida en algún punto del suelo. Ya no podía hacer nada para traerla a su lado. Sabía que Lu había tomado una decisión y no daría marcha atrás.
Ahora sólo le quedaba llorar.
“Juró que esta noche cortare todas las riendas que dominan en mi alma la tristeza, pasa que me cansó y que aburro de ser en esta historia el agregado más absurdo”
Voz Veis
“Segundo Plato”
—¿Se puede saber qué haces? –Sus pasos retumbaban detrás de los de ella por todo el departamento. —Aún no hemos terminado con esto…
Una de sus tantas peleas estaba en pleno clímax; al parecer hoy le tocaba a su habitación escuchar cada grito e insulto de ambas personas. Algo diario y tan normal como salir a botar la basura. Claro que, habiendo una infidelidad en el pasado, era lógico que la inseguridad atacara a la pareja; pero ambos habían dejado que esto se saliera de sus manos.
Sin previo aviso ella sacó su maleta de viaje. —“El mismo teatrito de siempre” —Pensó él, convencido de que sería una pelea de tantas otras que terminarían en una sesión acalorada de sexo. —He dicho que aún no hemos terminado —Se acercó y comenzó a sacar la ropa que ya estaba dentro de la maleta. Su blusa favorita, la chompa de su madre, ropa interior, su anillo de compromiso… Un momento, ¿acaso ella había metido su anillo de compromiso en al maleta? Esa fue la primera prueba de que algo no andaba bien.
Volteó su mirada hacia ella encontrándose con que su pelo había levantado una muralla entre ambos; una muralla prácticamente transparente que dejaba ver su inexpresiva mirada, perdida ahora en algún punto inexistente del espacio
La tomó suavemente de los hombros y la giró hasta quedar frente a frente; luego subió su barbilla para poder ver sus ojos… Y allí fue donde vio como todo estaba mal.
Aquellos ojos habían perdido su brillo característico y eso nunca pasaba, ni siquiera cuando peleaban, y se habían vuelto cristalinos a causa de las lágrimas reprimidas —Yo ya acabé —Le dijo ella con la voz quebrada—. Y esta vez para siempre.
Ya era muy tarde para que ella pudiera evitar las lágrimas y obviamente para intentar tener el corazón entero. Algo les decía a ambos que esta vez el hilo se había roto.
—¿Qué estas diciendo, Lu? —Su voz comenzó a quebrarse y en un instinto imprevisto al rodeó con sus brazos de manera posesiva. Sería la última vez que la tendría en sus brazos, y él lo sabía.
—Axel no hagas esto más difícil —Lu bajó la mirada hacia sus zapatos mientras que sus lágrimas caían al piso— Me voy. — Axel apretó más su agarre, ella simplemente se dejó abrazar; él lloraba y ella también. Su realidad se había roto, pero ambos sabían que esto tenía que llegar. Conocían su destino y nunca lo intentaron cambiar, pero ya era tarde.
— Por favor, Lu, … no me dejes —Los sonoros sollozos de ella inundaron al habitación. No quería dejarlo, en verdad no quería; pero simplemente no podía continuar con esto. Ambos se habían ofendido tantas veces que el amor ya no era suficiente para remediar todas las heridas ni para secar todas su lágrimas derramadas. No había marcha atrás.
Sin previo aviso y en último intento desesperado pro intentar retenerla: Axel chocó sus labios y la besó como nunca antes lo había hecho. Un beso dulce, pero a la vez apasionado; lento, pero a la vez violento. Agridulce.
La falta de aire los obligó a separarse y el dio a ella su oportunidad para correr y escapar. Él se quedó parado con la mirada perdida en algún punto del suelo. Ya no podía hacer nada para traerla a su lado. Sabía que Lu había tomado una decisión y no daría marcha atrás.
Ahora sólo le quedaba llorar.
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